martes, 22 de abril de 2008

Fumadores

Aún no se ha tenido la necesidad de que un agente armado con una macana ingrese dentro de un establecimiento para darle fin a algún cigarrillo encendido. Las medidas totalitaristas tomadas por unos legisladores con aires "vanguardistas" han suscitado controversia en ciertos grupos que llevan a cabo una práctica social que ha sido especialmente satanizada: el fumar. Entre dudas y molestia de comerciantes y comensales, el pasado lunes 7 de abril entró en vigor la Ley Antitabaco del DF, de tal forma que restaurantes y bares, resintieron la caída de sus ventas por la prohibición de fumar en lugares públicos cerrados.

La exclusión de estas personas con hábitos particulares crea un ambiente de hostilidad. Cuando hay intereses encontrados incluso no se llega a utilizar la ley, si las partes ceden parcialmente y llegan a un arreglo mutuo. Eso no sucedió con el tabaco.

Un fumador no respetuoso prende su cigarro en un restaurante sin fijarse si todos en su mesa han terminado de comer o si les causa alguna molestia el humo del tabaco. Algunos fumadores fuman puros en lugares cerrados, mientras otros comen, sin darse cuenta de que molestan a muchas personas.

Cuando un fumador pregunta en un lugar público por el área de fumar, se encuentra siempre con los peores lugares, cercanos al baño, la cocina o al fondo del establecimiento. Esto demuestra la exclusión a la cual se han enfrentado los apasionados por el cigarrillo. Debido a esto se deben crear los espacios adecuados para fumadores, para no fumadores e incluso mixtos.

La labor del Estado consiste en informar acerca de los riesgos que implica el fumar, mas no limitar las libertades que cada ciudadano posee. Entonces, ¿por qué no el Estado mismo prohíbe ingerir comidas con alto contenido en grasa como la vendida en puestos ambulantes o en establecimientos pertenecientes a cadenas transnacionales?


Fumar acarrea una serie de trastornos a la salud irreversibles a sabiendas de los que lo practican pero no por eso se debe restringir, de hecho, prohibir su usanza. Limitamos las pocas libertades que aún existían e incrementamos el totalitarismo del Estado.

No hay comentarios: