Video amateur, handycam en mano filmando todo lo que acontece en su vida, tratando de salvar un matrimonio más que fracasado, sin esperanza alguna. Planos establecidos por el mismo Nicolas Bro, actor principal de esta cinta, al posicionar la cámara dependiendo lo que quiera proyectar, ya sea una disputa con su esposa cuando decide partir a Berlín o previamente al tratar de captar un momento de amor ficticio junto a ella.
El tiempo transcurre, la cinta sigue corriendo y la adicción al filmar va aumentando. La decadencia de Nicolas la vemos en todos los primerísimos primeros planos que se realiza; la barba crece, el cabello igual y qué decir de su abdomen debido a la ingesta desproporcionada de comida chatarra. La soledad se va convirtiendo en su acompañante preferida ya que su obsesión por filmar a todo y todos es molesta para los que le rodean. Sus suegros y sus amigos lo ven como un maniático que únicamente piensa en localizar a su esposa. Cuando por fin realiza su cometido, su locura ya ha llegado demasiado lejos ya que al regresar a su lugar de origen lleva consigo una nueva cámara, su nuevo amante más otras cuantas que ha instalado en su apartamento para nunca perder de vista los momentos que transcurren.
Planos medios ahora se pueden cubrir con sus nuevas acompañantes, así como unas picadas que se pueden apreciar desde su baño. Si seguimos los cánones del Dogma 95 que estipulan que las películas debían ser filmadas en escenarios naturales evitando las escenografías armadas en los estudios, con cámara en mano o al hombro, grabada con sonido directo y sin musicalizaciones especiales, la película cumple con todos estos requisitos. Tal como el título de la película lo indica, las tomas se mantienen dentro de los márgenes de la pantalla. Dentro de la última secuencia, una persecución podría confundir al espectador pero al llegar a la última escena todo se aclara para el mismo dando la culminación de una cinta en donde la realidad y la ficción resultan ser lo mismo.
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